Historia del Cusco: La capital del Imperio Inca

Cusco, también conocida como Qosq’o en quechua, es una ciudad única que combina esplendor arqueológico con una vibrante vida cotidiana. Caminar por sus calles es adentrarse en un contraste fascinante: impresionantes templos incas conviven con iglesias coloniales, vendedores ambulantes ofrecen desde artesanías hasta servicios de masaje, y turistas se entremezclan con lugareños vestidos con trajes típicos acompañados de llamas domesticadas. No en vano, Cusco es considerada la capital arqueológica de América y una de las ciudades más antiguas del continente con ocupación continua.

Origen mítico de la ciudad del Cusco

Según la leyenda, Cusco fue fundada en el siglo XII por Manco Cápac, primer gobernante inca, guiado por Inti, el dios del sol. Inti le ordenó buscar el lugar donde pudiera hundir una vara de oro en la tierra hasta desaparecer completamente. Este punto sagrado, llamado «Qosq’o» (ombligo del mundo), se convertiría en la poderosa capital del imperio más grande de América del Sur.

Apogeo y expansión del Imperio Inca

La ciudad alcanzó su máximo esplendor bajo el gobierno del inca Pachacútec en el siglo XV. Reconocido como un líder visionario, Pachacútec transformó Cusco en un centro urbano impresionante, destacándose por sus innovadoras técnicas de urbanismo. Fue él quien diseñó la ciudad con forma de puma, redirigió ríos para abastecerla de agua y mandó construir majestuosos edificios como el templo de Qorikancha y la fortaleza de Sacsayhuamán.

Bajo Pachacútec, el imperio se expandió rápidamente, extendiendo su dominio desde lo que hoy es Ecuador hasta el centro de Chile. Esta expansión continuó hasta principios del siglo XVI, justo antes de la llegada de los conquistadores europeos.

Guerra civil y llegada de los españoles

Poco antes del arribo español en 1532, el imperio fue dividido entre los hijos de Huayna Cápac: Atahualpa en el norte, y Huáscar en el sur, incluyendo Cusco. Esta división dio paso a una guerra civil sangrienta. Aunque Huáscar contaba con el apoyo popular, Atahualpa triunfó militarmente, capturando a su hermano cerca de Cusco.

En medio de esta situación llegó Francisco Pizarro. Atahualpa, despreocupado por la presencia de los españoles, fue emboscado y capturado en Cajamarca en noviembre de 1532. A pesar de ofrecer un rescate en oro y plata, incluyendo tesoros de Cusco, Atahualpa fue ejecutado. Pizarro continuó su marcha hacia el sur y entró en Cusco el 8 de noviembre de 1533.

Resistencia y caída del Cusco Incaico

Pizarro instauró como gobernante títere a Manco Inca, medio hermano de Huáscar y Atahualpa. Sin embargo, en 1536, Manco se rebeló contra los conquistadores e intentó expulsarlos, asediando Cusco con un ejército masivo. La heroica resistencia indígena se mantuvo hasta una última batalla en la fortaleza de Sacsayhuamán, donde finalmente fueron derrotados.

Tras la derrota, Manco Inca se retiró a Ollantaytambo y posteriormente a la selva de Vilcabamba, último refugio inca. Cusco fue entonces saqueada y transformada por los españoles, quienes construyeron iglesias y palacios coloniales sobre las ruinas incas.

Legado cultural del Cusco

Durante el periodo colonial, Cusco perdió relevancia frente a Lima, la nueva capital del virreinato. Sin embargo, su legado perduró gracias a crónicas como los “Comentarios Reales de los Incas”, escritos por el Inca Garcilaso de la Vega, hijo de un conquistador español y una princesa inca.

Hoy en día, Cusco es un destino turístico indispensable para quienes visitan Perú, siendo la puerta de entrada a la majestuosa ciudadela de Machu Picchu y testimonio viviente de una cultura que todavía resuena en cada piedra y cada calle de esta histórica ciudad.

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