Arequipa, joya arquitectónica del sur peruano, no sería la misma sin el sillar, esa piedra blanca de origen volcánico que dio forma a iglesias, casonas y barrios enteros. Más que un material de construcción, el sillar es el símbolo de resistencia, belleza y tradición de la Ciudad Blanca.
Descubre la historia, el origen volcánico y la importancia cultural del sillar en la arquitectura arequipeña, y comprende por qué Arequipa fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
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¿Qué es el sillar?
El sillar es una piedra de origen ígneo, formada por antiguas erupciones volcánicas que dejaron depósitos de ignimbrita en los valles del río Chili. Gracias a su porosidad, ligereza y facilidad de tallado, esta roca se convirtió en el material ideal para construir viviendas, iglesias y estructuras monumentales.
Origen geológico: Se formó hace más de 2 millones de años, producto de explosiones del volcán Chachani y sus alrededores.
Colores: Aunque el más conocido es el sillar blanco, también se encuentra en tonalidades rosadas, amarillas y grises, dependiendo de su composición mineral.
Zona principal de extracción: Las quebradas de Añashuayco, a las afueras de Arequipa, son el corazón de la Ruta del Sillar, donde aún hoy se tallan bloques a mano, como hace siglos.
La historia del sillar en Arequipa
La ciudad de Arequipa fue fundada por los españoles en 1540, pero mucho antes, los antiguos habitantes ya usaban el sillar para construir sus viviendas cerca del río Chili. Con la llegada de los conquistadores, el uso del sillar se intensificó, especialmente después del terremoto de 1582, cuando se inició un ambicioso plan urbano.
Primer gran edificio en sillar: La Iglesia de la Compañía de Jesús, cuya construcción se inició en 1595, marcó el inicio de un estilo arquitectónico único.
Fusión artística: Nace el barroco andino o mestizo, donde el sillar se convierte en lienzo para esculpir figuras de la cosmovisión andina, como pumas, sirenas, soles, lunas y flores.
Reconstrucción inteligente: Tras cada terremoto, el sillar fue clave para edificar estructuras más resistentes, lo que consolidó su uso en viviendas, templos y puentes.
Arquitectura en sillar
El sillar no solo es funcional, también es estético. Su capacidad de ser tallado permitió el desarrollo de un arte arquitectónico único en el continente.
Características constructivas:
- Liviano pero firme, ideal para climas secos como el de Arequipa.
- Fácil de trabajar para detalles ornamentales y esculturas religiosas.
- Adaptable a diversas estructuras: arcos, bóvedas, columnas y cúpulas.
Ornamentación cultural:
La escuela cusqueña de arte influyó en el tallado de figuras en sillar, que hoy decoran iglesias y casonas como:
- El Claustro de la Compañía de Jesús.
- La Casa del Moral, joya del barroco arequipeño.
- Las arquerías del Convento Santa Catalina.
Barrios tradicionales de Arequipa
Las construcciones civiles también aprovecharon las virtudes del sillar. En barrios tradicionales como Yanahuara, San Lázaro y Cayma, es posible ver aún casonas con techos de teja, muros gruesos y portadas decoradas.
Barrios emblemáticos:
- Yanahuara: famoso por sus arcos, mirador y estrechas calles empedradas.
- San Lázaro: considerado el barrio más antiguo de Arequipa, con calles que parecen sacadas del siglo XVII.
- Vallecito: donde aún se aprecian fachadas de sillar mezcladas con estilos modernos.
Ruta del Sillar
Hoy en día, el sillar no solo representa el pasado, sino también una atracción turística viviente. En la cantera de Añashuayco, artesanos trabajan el sillar con técnicas ancestrales, ofreciendo un espectáculo cultural para quienes desean conocer el alma de la Ciudad Blanca.
Qué ver:
- Esculturas monumentales hechas en bloques de sillar.
- El proceso de extracción y tallado tradicional.
- Paneles explicativos sobre la historia volcánica de Arequipa.
Recomendación: Realiza la Ruta del Sillar con guía local para entender mejor la importancia cultural, histórica y geológica de esta piedra.
Arequipa, la Ciudad Blanca que nació del fuego y se esculpió en piedra
El sillar no solo construyó Arequipa: la definió. Le dio identidad, color, carácter y resistencia. Hoy, su arquitectura es admirada en todo el mundo, y recorrer sus calles es caminar entre siglos de historia volcánica, tradición andina y arte mestizo.