El yaraví es una de las expresiones musicales más emotivas y representativas del folclore andino. En Arequipa, esta forma de canto adquirió una identidad propia, especialmente gracias al poeta y prócer Mariano Melgar, quien inmortalizó esta manifestación artística durante el periodo colonial. A medio camino entre la poesía y la música, el yaraví arequipeño es sinónimo de amor profundo, dolor y añoranza.
Descubre aquí la historia, los orígenes y la actualidad de esta joya cultural que forma parte del alma de Arequipa.
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Raíces del yaraví en tierras arequipeñas
Aunque es difícil encasillar al yaraví como solo una canción o solo un poema, lo cierto es que su esencia reside en la fusión de sentimiento y melodía. Su estructura libre, casi recitada, y el acompañamiento instrumental (especialmente cuerdas y viento), lo hacen profundamente conmovedor.
Desde tiempos prehispánicos ya existían formas de canto como el Harawi, que expresaban emociones, amores lejanos, recuerdos y pérdidas. Esta práctica ancestral se mantuvo viva incluso después de la llegada de los españoles, adaptándose a nuevos instrumentos y formas de expresión.
El yaraví durante la conquista: el canto que sobrevivió a la opresión
Los primeros cronistas del virreinato mencionaban al harawi como un lamento profundo que narraba las penas del pueblo indígena. En tiempos de conquista y colonización, este tipo de canto se convirtió en una vía de resistencia emocional, donde se narraban injusticias y tristezas sin necesidad de palabras explícitas.
Dato histórico: El sacerdote Diego González Holguín ya mencionaba en 1608 términos quechuas como Waynarikuna y Yuyaykukuna, referidos a cantos de memoria, amor o dolor.
La fusión cultural en la época colonial: nace el yaraví mestizo
Durante el siglo XVII, Arequipa se pobló principalmente con migrantes andaluces, muchos de ellos hábiles constructores de instrumentos de cuerda. Fue así como el yaraví tradicional comenzó a mezclarse con la trova española, dando paso a una nueva forma musical profundamente mestiza, tocada y cantada en las primeras picanterías, chicherías y plazas populares.
Aquí nacen los lonccos arequipeños, personajes típicos del campo y de los barrios tradicionales que adoptaron el yaraví como su modo de expresar emociones intensas.
Mariano Melgar y el yaraví romántico: poesía hecha canción
Mariano Melgar, símbolo de Arequipa y del Perú independiente, fue quien llevó el yaraví al siguiente nivel. Inspirado por los lonccos y su entorno bohemio, transformó esta expresión popular en un género poético y musical refinado. Sus versos, escritos con pasión y melancolía, capturan el alma herida del amor no correspondido y el sacrificio.
Legado: Dejó escritos más de 10 yaravíes con partituras que aún se interpretan, siendo su obra un pilar fundamental del yaraví como expresión artística.
Yaraví moderno: tradición que se renueva sin perder esencia
Durante el siglo XX, músicos e investigadores arequipeños como Benigno Ballón Farfán impulsaron la recuperación de los antiguos yaravíes mediante grabaciones y partituras. Gracias a estos esfuerzos, hoy es posible disfrutar de composiciones originales, nuevas versiones e incluso concursos escolares donde niños y jóvenes aprenden a escribir sus propios versos.
En la actualidad, el yaraví sigue sonando en festivales, noches culturales y recitales. Aunque ha evolucionado, su espíritu melancólico y su fuerza emocional siguen intactos.
Actualidad: A menudo se interpreta con acompañamiento de guitarra, quena y charango, y sigue siendo parte vital del repertorio folclórico de Arequipa.